miércoles, 21 de abril de 2010

Dedicatoria

¡Amor! Recuerdos sagrados para la vejez, alegría divina e inagotable de la juventud, amparo de la niñez, sal y savia de la vida, ánimo y fervor en los combates, paciencia en el infortunio, grandeza imperturbable en el dolor, el cosmos en la canción de la mujer que mece y guarda una cuna. ¡Amor! Fragancia que vence a la muerte en una batalla de resplandores y de rosales perpetuamente florecidos. ¡Sensación de un minuto con la que se abarca el infinito!

Por ese motivo a Tierra Blanca, mi corazón se lo entregué convertido en una lluvia de notas, inspiración que nace en la mente del poeta y en el talento del escritor cuando observan la caída de la nieve que cubre con su manto plateado la campiña, época de invierno, cuando todo es bullicio y alegría, en este pueblo bullanguero se escuchan los cantares de la chiquillería, que caminan por sus calles cargando una rama para pedir el aguinaldo, entonando las “naranjas y limas, limas y limones”, época tradicional que no podrá olvidarse jamás, así como también los cantos de las posadas animan más y más el ambiente con un exquisito brindis para rociar la suculenta cena de “Noche Buena”, que a la vez sirve para agrandar más su belleza.

En la agenda de mi vida, dejo escrita la huella de los hechos realizados como una anécdota que pone de manifiesto dentro de mis humildes posibilidades, el fruto de un trabajo fecundo para despertar el interés de mis queridos paisanos y de las futuras generaciones.

Este trabajo va expuesto a la crítica, cual saldrán muchos comentarios, sugiero una crítica sana y bien fundada para superar este trabajo que lleva por objeto dar a conocer a las generaciones que nos sucedan, como nació, creció y se desarrolló nuestro querido pueblo.

El nombre de Tierra Blanca se describe en el primer capítulo del presente relato, en estas preliminares solo dejo consignados los motivos de mi inspiración para realizarlo, el que, con la valiosa colaboración de mis estimados amigos don Francisco Pavón Amador, profesor Jonás B. Nambo y Pedro Rodríguez Vargas ya desaparecidos, así como la del señor Daniel Sánchez Ruíz que aún vive, y otras personas con quienes tuve la oportunidad de platicar acerca de la fundación de Tierra Blanca, he logrado llevar hasta ustedes esta obra.

Por cuyo motivo pido a las juventudes pongan atención a lo que aquí queda escrito. Porqué los jóvenes de hoy, serán los que mañana rijan los destinos de esta ciudad.

Es preciso hacer notar que en el año de 1965, Tierra Blanca cumplió su 50 Aniversario de ser Municipio Libre, y su época de ORO fue celebrada con mucha gala, estando presente el Gobernador del Estado, que lo era el licenciado Fernando López Arias. Se develaron algunas placas alusivas, entre ellas, la que señala el 50 aniversario del Municipio y que está en las paredes del Palacio Municipal, y otra que con el nombre del General Cándido Aguilar se le puso a una calle, que antes era el callejón del Mercado.

Pero antes de haberse erigido en Municipio Libre, Tierra Blanca era una Congregación de Tlalixcoyán, dependiendo económicamente de aquel pueblo hermano. Porque los dineros que se obtenían de la agricultura, de la ganadería y de las diversas clases sociales iban a engrosar la Hacienda Municipal de Tlalixcoyán, dejando a la Congregación sin recursos económicos para fincar su progreso.

Este atraso hizo nacer en el corazón y cerebro de personas desinteresadas que querían, quisieron y quieren la tierra donde trabajan, así como la tierra en que nacieron... la noble idea de independizarse del Municipio de Tlalixcoyán, porque Tierra Blanca con sus ingresos propios podría administrarse públicamente en beneficio de sus pobladores, puesto que, dada la lejanía de la Cabecera Municipal a la que pertenecían, no se les tomaba en cuenta sus necesidades públicas.

Así es como surge el grupo de personas nobles y bienintencionadas que se unificaron en una sola idea... LIBERACION POLITICA DE TIERRA BLANCA.

Vienen a mi memoria los nombres de Félix Ramírez, Luis Menéndez Cobos, Franco Peña, doctor Brunett, coronel Adolfo Palma, Félix Sarquís, Manuel Salinas, profesor Rosete, señoras Pompeya Sánchez, Rosa Tobías Vda. de Duck. Tomás Bravo, Félix Bisuet, Amón Salinas, José Sánchez E., Abraham Maldonado, Enrique Domínguez, Atanasio Díaz, Agustín Verde, Macario Romero, Mr.Mac’Kumber, Agustín Carrasco, Víctor Pichardo, Marcos Aguilar, Zenón Ramírez Mejía, Florentino y Facundo Ochoa, José María Rosas, Gabino Rosas, Máximo Lugo, Eligio Bravo, Jesús Augusto Ramírez y muchas personas más que trabajaron en forma activa y que para ellos sean nuestros agradecimientos como el más cálido homenaje a su memoria, porque al saber los méritos de las personas que trabajan por el progreso de su pueblo, no tan sólo es para ensalzarlos a ellos, sino que nosotros también nos elevamos espiritual y moralmente, porque recordamos con cariño a quienes sin fines de lucro piensan en el progreso de su solar nativo para que las generaciones que nos sucedan, gocen de mayores beneficios sociales, culturales y morales.

De todas las personas que he citado, han fallecido ya, el último en agotar su existencia fue don Félix Sarquís que falleció el 13 de junio de 1965 en la ciudad de México, siete días antes de que Tierra Blanca cumpliera su 50 aniversario como Municipio Libre.

Quiero llevar a ustedes jóvenes, este concepto: que cuando los hombres se unifican para trabajar en beneficio de sus semejantes no importan RAZAS NI CREDOS, lo que ustedes ven asentado aquí, se justifica tan sólo con mencionar el nombre de don Félix Sarquís, que siendo de origen libanés, luchó al lado de españoles, indígenas y mestizos, para lograr la emancipación política de nuestro pueblo.

Palpablemente se demuestra que cuando el hombre trabaja en bien de la colectividad con entereza cristiana, se terminan FRONTERAS Y RAZAS para luchar en bien de la HUMANIDAD... Debe servir de ejemplo, a ustedes jóvenes, la labor intensa desarrollada por las personas que nos legaron un pueblo libre y que avanza hacia el futuro con pasos aún inseguros, pero el que a ustedes vamos a dejar para que rectifiquen nuestros errores involuntarios y que... se graven en vuestras mentes que honrar a los hombres que nos dieron una patria chica, sólo puede hacerse basándose en esfuerzos y sacrificios fincados en el trabajo y en el estudio, porque ellos nos dejaron un legado para mejorar las condiciones materiales, morales y culturales de Tierra Blanca... y eso: EL TRABAJO, EL ESTUDIO Y LA UNIDAD, será el mejor HOMENAJE a nuestros antecesores.

Así pues, tampoco podemos olvidar sin rendir constantemente férvido homenaje a la persona que legalmente nos independizó y nos dio libertad económica... me refiero al eminente revolucionario veracruzano, general de División don Cándido Aguilar Vargas, quien por Decreto del 16 de junio de 1915 declaró el Municipio de Tierra Blanca, mismo que fue publicado en la Gaceta Oficial del Estado con fecha 20 de junio del mismo año 1915, y que adquirió toda su fuerza legal.

El general Aguilar comprendiendo como estadista, ya que en esa época era, Gobernador y Jefe de las Operaciones Militares de nuestro Estado, que las peticiones que le hacían los habitantes de un pueblo con sed de progreso eran justas. Peticiones que estaban fundadas no tan sólo en la Ley, sino en las ansias de superación de un conglomerado social que, sin distinción de clases deseaban el PROGRESO de la comunidad en que vivían.

También hemos de recordar con cariño a don Francisco Pavón Amador, que siempre luchó por el mejoramiento de esta ciudad y ratificando su genial idea, deseo pedir algo más, que alrededor del árbol de moral que más adelante se menciona, se instalen unas banquitas rústicas y un cercado con la placa alusiva a la entrevista con el general Cándido Aguilar, para que las futuras generaciones vean en ese lugar como un santuario donde se hizo realidad la idea de que Tierra Blanca fuera un pueblo libre.

Abriendo un paréntesis para hacer la aclaración, que las páginas destinadas a las fotografías de algunos presidentes municipales, que no aparecen sus gráficas respectivas es porque no las quisieron proporcionar, y otros porqué no fue posible localizar algún familiar ya que fueron fallecidos, para mí es lamentable no haber contado con esa colaboración y por ello pido una disculpa. Hago hincapié que este trabajo es de índole cultural y no político.

Y, exhorto a la juventud, para que sigan por las rutas del trabajo, del estudio y de la UNIDAD, que es el camino que nos dará: ¡LIBERTAD Y DIGNIDAD PARA UN TIERRA BLANCA MEJOR!

El Autor.


Prólogo

Escribir un prólogo sobre o acerca de cualesquier obra literaria, requiere méritos no tan sólo de conocimientos lingüísticos y, también, de la materia que va uno a prologar; más, si el prologista, no tiene dichos conocimientos, sí tiene SENTIMIENTO para prologar la obra de un novel historiador de nuestro pueblo: Elpidio Ortega Hernández, periodista joven que abrevando en los apuntes históricos escritos por el hoy finado don Francisco Pavón Amador “Don Panchito”, como todo terrablanquense le llamábamos con cariño y amor por quien siempre dentro de los puestos públicos que ocupó con honradez y dignidad dejó un ejemplo para las juventudes terrablanquenses: DIGNIDAD Y HONRADEZ.

El novel escritor, Elpidio Ortega Hernández, sigue las huellas trazadas por don Panchito, y con las aportaciones que hace el autor de la obra a la historia de Tierra Blanca, Veracruz, más avanzadas y si, se quiere modernas, no modernas sino nuevas; porque nuestro pueblo avanza día a día y su historia, también, evoluciona y aquellos que están atentos de nuestro desenvolvimiento social requieren del estímulo y la comprensión del lector.

La obra que comento, al parecer, llena hasta la fecha un ciclo histórico en el cual bajo la ágil palabra del autor nos presenta ya los hechos actuales, modernos, históricos que darán a las futuras generaciones una guía de lo que es un pueblo en su desarrollo estructural: económico, social y político.

Alabo en el autor la inclusión de algunas poesías, dos de ellas escritas por los élades terrablanquenses: AMERICA ARANO OLIVEROS y EFRAIN NAVA CASTILLO, que en sus bellos poemas han cantado a nuestro pueblo; la primera, con su poema “A TIERRA BLANCA”, y el segundo, con su HIMNO, así lo llamo yo y que debía ser el himno de Tierra Blanca: “MI PUEBLO QUERIDO”. Ellos, con su sentimiento han hecho con sus versos por “mi pueblo querido” más que las manos callosas de la “raza”, del campesino y el ganadero.

Pero no se enojen ganaderos, campesinos ni la “raza” ferrocarrilera, por lo que digo líneas arriba de mis poetas, porque son ustedes los que con su trabajo, su esfuerzo y sacrificio y sacrificio han hecho crecer a nuestro pueblo; pero el poeta, es: EL AVE QUE CANTA”; ellos en sus versos catalizan y en sus prosas y versos son filósofos de la vida que cantan como pajarillos los esfuerzos de un pueblo, debido a ustedes, por su PROGRESO y que, el novel historiador ELPIDIO ORTEGA HERNANDEZ, nos da un ejemplo que debemos recoger los que vivimos en este pueblo y, también, aceptar el fallo del público sin enconos ni envidias para esta “HISTORIA DE TIERRA BLANCA”.

Sólo me resta agradecer al autor de esta obra su sinceridad en las páginas escritas por él, no menguadas por la envidia ni el rencor ya que siendo originario de Cotaxtla, Ver. , casó en esta ciudad con una terrablanquense y todos sus hijos son nativos de esta población, demuestra su cariño y su interés por Tierra Blanca.

Nuestro trato íntimo se debió porque contrajo nupcias con una hermana mía.

Elpidio Ortega Hernández nació el 16 de noviembre de 1916 en el Municipio de Cotaxtla, Veracruz, pueblecito vecino a Tierra Blanca, siendo sus padres don Antonio Ortega Gamboa y doña Teodora Hernández Barradas (finados).

Sus estudios primarios los hizo en la escuela José María Morelos ubicada en el lugar de su origen. (1923-1929). Sus estudios secundarios los inició en la ciudad de Veracruz en donde cursó hasta el segundo ciclo (1930-1932), por el fallecimiento de sus padres fue sacado de las aulas para dedicarlo a las labores del campo, pero como ya conocía la ciudad siendo un joven, años más tarde regresó nuevamente a ella, quedando sus hermanos mayores al frente del rancho que les legaron sus padres. Trabajó como dependiente en una tienda de abarrotes en Joachín hasta 1939.

Se inició en la burocracia y desempeñó puestos públicos con dignidad, honradez y justicia, fue recaudador de la Tesorería Municipal de Tierra Blanca, Oficial del Registro Civil y después paso a la Secretaría del Ministerio Público, esto fue de 1940 a 1946 época en que contrajo nupcias con mi hermana Cliceria y renunció para dedicarse a las actividades del comercio.

En 1950 empezó sus actividades periodísticas atendiendo la Corresponsalía del Semanario La Voz del Sureste y de La Prensa, en 1953 realizó un curso de periodismo en el Instituto de Ciencias Policiales de la República Mexicana, y en 1954 juntamente con el que esto escribe, José Sarquís Pedro, Hugo Barragán Ortíz, don Roberto Vargas Penetro, doctor Albino Morteo Lagos y el profesor Jesús Olivas Loaiza se fundó el periódico semanal “LA TRIBUNA”. Organo de difusión informativa independiente, en el cual se defendían los intereses de la colectividad atacando la fuerza bruta, la arbitrariedad y la injusticia.

En ese mismo año de 1954 desempeñó el cargo de Juez Mixto Municipal hasta 1956, cargo que desempeñó con dignidad y rectitud.

Posteriormente resultó electo Regidor en el Ayuntamiento que presidió Eladio Guzmán Hernández, y en su gestión oficial demostró el interés por servir al mejoramiento del pueblo.

En esa época era empleado de la administración de Petróleos Mexicanos en el campamento Río Blanco, y por su conducto se consiguieron algunos materiales para la construcción del “Rastro”.

En 1960 recibió un Diploma que lo acredita como Periodista Reportero, que le fue otorgado por el Instituto de Ciencias Policiales de la República Mexicana y en 1963 se radicó en la capital de la República, consagrándose al periodismo.

Lo antes dicho, debe servir de ejemplo para las nuevas generaciones terrablanquenses; porque al leer esta breve Historia de Tierra Blanca, encontrarán fuentes históricas llenas de verdad que les servirá de apunte histórico para conocer el desenvolvimiento de nuestro pueblo y eso les servirá no tan solo de conocimiento sino de cultura; CONOCER A TIERRA BLANCA.

Y, lo ha hecho Elpidio Ortega Hernández, en su Historia de Tierra Blanca. UN AVANCE DE LA HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO.


Tierra Blanca, Ver. , Abril 10 de 1966.
Lic. Mario López Aguilar