martes, 26 de enero de 2010

Capítulo II - Emancipación política

En el año de 1910, un pequeño grupo de hombres bien intencionados hijos y vecinos de este lugar, en cuya mente ya germinaba la idea de la emancipación política de Tierra Blanca porque el pueblo contaba ya con elementos necesarios para su vida propia, en cuya época se organizó un Club Político que se denominó “BENITO JUAREZ”, adherido al Gran Partido Antirreleccionista de la ciudad de México, D.F., para participar en la lucha cívica a favor de la candidatura de don Francisco I. Madero, para presidente de la República.

Los directores intelectuales y materiales de ese Club, fueron los señores Faustino Espinosa, Félix Sarquís, Luis Menéndez Cobos, José Trinidad Ochoa, José María Díaz, Tomás Bravo, Gilberto y Celestino Vázquez, doctor Luis Munet, Manuel Salinas, Félix Bisuet, señoras Pompeya Sánchez, Carmen García, Rosa Tobías Vda. De Duck, Agustín Carrasco, Víctor Pichardo, José María y Gabino Rosas, Agustín Verde, Macario Romero, José Sánchez E., Abraham Maldonado, Enrique Domínguez, Atanasio Díaz y otros más, quienes para reunirse tenían que ocultarse de las miradas de la Policía que tenía instrucciones de disolver esas reuniones y consignarlos con cualquier pretexto, por lo que tenían que tomar toda clase de precauciones para celebrar sus juntas.

En esa época era Gobernador del Estado don Teodoro A. Dehesa y Alcalde Municipal de Tlalixcóyan el acaudalado señor don Rafael Fernández.

Ese Club Político “BENITO JUAREZ”, que no obstante las continuas persecuciones de que era objeto por parte de las autoridades de Tlalixcóyan, cada día aumentaba sus filas con otras personas que a él se adherían, desafiando el peligro de ser apresados en cualquier momento y consignados, se transformó el Club en un “COMITÉ PRO-TIERRA BLANCA”, y sintiéndose ya con fuerza suficiente para luchar dentro de la Ley y del Derecho, de una manera abierta y decidida emprendió una campaña tenaz gestionando ante el Gobernador Dehesa, que Tierra Blanca fuera erigido Municipio Libre, demostrando con documentos, que ya la Congregación tenía recursos suficientes para su sostenimiento, así como por sus vías de comunicación, su censo y demás circunstancias legales que le favorecían para ser elevado a la categoría de pueblo.

Pero el Gobernador Dehesa, que atendía más al Ayuntamiento de Tlalixcóyan al que no le convenía que se le desmembraran siete congregaciones al convertirse Tierra Blanca en Municipio Libre, no quiso atender las justas peticiones que se le hacían, aplazando la resolución del caso con diversos argumentos que justificaban su absurda demagogia, mientras tanto aquel puñado de hombres abnegados que sólo buscaban el progreso de un pueblo, eran objeto de persecuciones y amenazas de deportar a los principales dirigentes, pero ya la fuerza del comité era incontenible, pues esos hombres y mujeres habían jurado luchar por la grandiosa obra de LIBERACION DE TIERRA BLANCA.

Por eso al triunfar las armas Constitucionalistas, y encontrándose el Gobierno Provisional del Primer Jefe Don Venustiano Carranza en el edificio de Faros en el Puerto de Veracruz, siendo ya Gobernador y Comandante Militar del Estado, el General Cándido Aguilar, los dirigentes del Comité “Pro-Tierra Blanca” lograron entrevistarlos, exponiéndoles de viva voz los anhelos del pueblo de Tierra Blanca para que se erigiera en Municipio Libre, los representantes del Comité les presentaron una copiosa documentación con millares de firmas auténticas, donde exponían a la vez, el resultado negativo de todas sus gestiones hechas ante el gobierno de don Teodoro A. Dehesa para conseguir el noble fin de emancipar el pueblo de Tierra Blanca.

Don Venustiano Carranza y el General Aguilar contestaron a la comisión gestora, que por su parte no había inconveniente en que Tierra Blanca fuera erigido en Municipio Libre, pero que era necesario llenar todavía algunos requisitos y que resolverían en justicia.

A fines de mayo del año de 1915, el General Cándido Aguilar que venía de Malzaga, Estado de Oaxaca, de una expedición militar a donde había ido a batir a los rebeldes al gobierno carrancista, de cuyos grupos era cabecilla Panuncio Martínez, y a su paso por este lugar, una nutrida comisión integrada por contingentes del campo, del taller, del comercio y particulares, se acercaron al General Aguilar en la estación del ferrocarril, a la sombra del frondoso árbol de moral que aún existe en la parte norte del galerón donde estaban instaladas las oficinas de la superintendencia de esta División Ferroviaria, en medio del grupo de personas que lo entrevistaron se distinguía el Comandante Militar, por tener la mano envuelta en un paliacate rojo, debido a que había sido lesionado en la Acción de armas contra las fuerzas del entonces cabecilla revolucionario Panuncio Martínez. Haciéndose notar que el General Aguilar firmó el recibo de la documentación que le fue entregada en ese acto, con la mano izquierda.

En aquella época, la comisión que entrevistó al General Aguilar a su paso por esta ciudad, era encabezada por los señores Luis Menéndez Cobos, Tomás Bravo, Félix Sarquís, Faustino Espinosa, Franco Peña, Francisco Aranda García, señora Pompeya Sánchez, así como las señoritas Villaraus y Carrasco y otras personas más, haciéndole presente los deseos de los habitantes de Tierra Blanca de los diferentes sectores allí presentes, para que se concediera ser el pueblo Municipio Libre, independiente de Tlalixcóyan.

El General Aguilar les manifestó que: “Siendo la meta de la Revolución Triunfante, crear nuevos municipios y dar facilidades a los núcleos de población Rural para su evolución y desarrollo económico, político y social, se procurará dar a Tierra Blanca lo que justamente solicitaba, y que a Tierra Blanca, se le haría justicia”.

Pocos días después fue enviado a este lugar, el secretario particular del General Aguilar, un señor de apellido Camarillo, quien se encargó de recabar todos los datos y los informes necesarios para comprobar que las peticiones hechas por los habitantes del pueblo al Superior Gobierno, estaban fundadas y apegadas a la verdad.

Como resultado de la visita del señor Camarillo, el 17 de junio de 1915, el entonces coronel Adolfo Palma ya desaparecido, jefe de la Guarnición de la Plaza y del Sector Militar, comunicó a la comisión integrada, que por orden del General Cándido Aguilar se presentaran en Veracruz inmediatamente para recibir el decreto de erección del Municipio.

Al fin, después de tantas luchas y esfuerzos, vieron coronados sus anhelos, y la comisión llena de júbilo, se trasladó al Puerto de Veracruz el día 18 de junio citado, estando formada dicha comisión por los señores, Tomás Bravo, Félix Sarquís, Faustino Espinosa, Luis Menéndez Cobos, Franco Peña, Francisco Aranda García, Gilberto Vázquez, Enrique Domínguez, Manuel Palafox, Rafael P. García, Francisco A. Loyo, José Trinidad Ochoa, profesor Rafael Rosete, coronel Adolfo Palma, teniente coronel Félix Ramírez, licenciado Eduardo Guerrero y el conductor de trenes Antonio C. Lara, regresando al día siguiente (19 de junio), acompañados del licenciado Manuel García Jurado, Secretario General de Gobierno del Estado, quien el día 20 del mismo mes de junio de 1915, en representación del C. Gobernador y Comandante Militar del Estado de Veracruz, General Cándido Aguilar, dio posesión solemnemente al pueblo de su autonomía, dando lectura al Decreto número 32 de fecha 16 de junio de 1915, expedido por el General Cándido Aguilar Vargas.

**José María Rosas, originario de San Andrés Chalchicomula, Estado de Puebla, hoy Ciudad Serdán, fue presidente municipal Constitucional de Tierra Blanca, ver. , durante el período de 1916-1917, fue ya el primer Ayuntamiento constituido por elección popular, era el señor Rosas persona de mucha visión política, pues su proyección se vislumbraba de gran beneficio colectivo pero al iniciarse el año de 1917 perdió la vida en un accidente ferroviario.

**Daniel C. Rodríguez, originario de El Pantano Congregación de Joachín de este municipio, fue presidente municipal Constitucional de Tierra Blanca durante el período de 1918-1919.

Ese mismo día mediante un plebiscito, se eligieron las primeras autoridades, con el carácter de Junta de Administración Civil, que gobernó del 20 de junio de 1915, al 31 de diciembre del mismo año, estando formada como sigue: Presidente, Tomás Bravo, Vocales, Luis Menéndez Cobos, Manuel Palafox y Gilberto Vázquez, Tesorero, Franco Peña y Juez Municipal, Faustino Espinosa.

A partir de 20 de junio de 1915 Tierra Blanca tomó carácter de vida propia, eran las Congregaciones de Quechuleño, San José del Hule (hoy Francisco González), Estanzuela, Moreno, Morelos y Juárez, últimamente por gestiones de personas que así convenían a sus intereses particulares y políticos, se creó la Congregación de Joachín, dividiendo la Congregación de Moreno, cosa que ha venido creando hondas dificultades entre los vecinos de esa zona por razón de límites en ambas Congregaciones. Aunque en la actualidad ya se han calmado un poco los ánimos y la región presenta un aspecto tranquilo de paz y concordia entre sus habitantes, con los vecinos de la Congregación Moreno que resultaban ser los inconformes.

El nuevo municipio de Tierra Blanca, quedó formado con una superficie territorial de mil cuatrocientos setenta y siete kilómetros cuadrados con las Congregaciones antes mencionadas.

Su progreso y evolución ha sido y es muy notable porque siendo Tierra Blanca uno de los Municipios más jóvenes en sus 55 años de vida independiente, ha marchado con ritmo acelerado por la senda del progreso evolutivo en sus aspectos, educativo, material, económico y social.

En su categoría política, su ascenso ha sido notable; en el año de 1915 conquistó su categoría de pueblo y el 16 de julio de 1930, por Decreto de la H. Legislatura del Estado lo elevó a la categoría de Villa, por ser ya un centro de población crecido en habitantes y por ser un centro ferrocarrilero de importancia, pues aquí convergen las líneas férreas de Córdoba, Veracruz y Santa Lucrecia, hoy a ese lugar se le denomina Jesús Carranza. Así como también por su afluencia comercial, agrícola y ganadera, y por si censo de cerca de veinte mil habitantes, en esa época, siendo por lo tanto, los tributos en materia de impuestos ya bastante crecidos en rendimientos al Estado y Federación.

En la época en que el pueblo conquistó la categoría de Villa, era Presidente Municipal el señor Cipriano Oliveros, y la misma Legislatura aprobó a la vez el escudo de la naciente Villa que fue presentado por los señores Francisco Pavón Amador, profesor Jonás B. Nambo y Wenceslao r. Alfonso ya finados, y que aún se conserva dicho escudo en al Biblioteca Pública. El escudo simboliza la unidad obrera y campesina, frente a una locomotora el obrero y campesino se dan un saludo fraternal.

Muy merecido es hacer notar que el señor Francisco Pavón Amador fue infatigable luchador por el mejoramiento de esta ciudad, y a quien se debe la genial idea de imponer una placa alusiva en el árbol de moral que existe en terrenos de los Ferrocarriles Nacionales de México, para conmemorar que en ese lugar el General de División don Cándido Aguilar Vargas, recibió a la Comisión Pro-Municipio Libre de Tierra Blanca a fines de mayo de aquel año de 1915, y que digno militar, con su gran proyección de estadista prometió otorgar la liberación política a la Congregación de Tierra Blanca del Municipio de Tlalixcóyan

En el año de 1935, la H. Legislatura del Estado por Decreto número 68, de julio del propio año, elevó a esta Villa a la categoría de Ciudad que en la actualidad tiene. Ya a esta fecha, Tierra Blanca había recibido una transformación digna de tomarse en cuenta, tanto por su potencialidad comercial como por su población de habitantes, y a medida que su progreso evoluciona en los diferentes aspectos, es muy notable el aspecto político por la pasión que despierta en cada justa electoral entre los pobladores en cuyas campañas todos quisieran ser jefes.

El tiempo siguió su curso de la época en que Tierra Blanca adquirió su liberación como Municipio Libre y esto fue precisamente el 20 de junio de 1915, cuando el licenciado Manuel García Jurado dio posesión al pueblo de su autonomía y de sus autoridades, las que fueron electas en el mismo acto, dándose lectura al Decreto número 32 del 16 de junio de 1915.

La sorpresa fue alegre para la comisión constituida al efecto, la que hizo todas las gestiones para independizar a Tierra Blanca de Tlalixcóyan lográndose es objetivo, y cuando regresaba el tren de esta ciudad de Veracruz, al pasar por la estación de Joachín, fue asaltado y tiroteado ese convoy en el que iba el licenciado García Jurado, en esa época merodeaba por esos lugares una partida de rebeldes que fueron los que asaltaron el tren, en dicho asalto pereció el capitán de la escolta de nombre Maximino Martínez y un teniente de apellido Susunaga, salvándose el convoy de una manera providencial debido a la entereza del licenciado Manuel García Jurado y al conductor del tren señor Felipe Landeros, que en medio de una granizada de balas sacaron ese convoy a Piedras Negras.

Cabe hacerse notar que el licenciado Manuel García Jurado siendo Secretario General de Gobierno cuando el General Cándido Aguilar fue Gobernador del Estado, le tocó venir a darle lectura a la Ley que erigía en Municipio Libre a Tierra Blanca el 20 de junio de 1915, y que por poco le cuesta la vida a su regreso cuando fue asaltado el tren en que viajaba por los rebeldes en la estación de Joachín.

En el año de 1916 se eligieron las primeras autoridades constitucionales después de una contienda electoral en que participaron los candidatos José María Rosas y Manuel Fernández, saliendo electo el primero cuya planilla tomó posesión en la forma siguiente:
Presidente, José María Rosas Bravo, Síndico, Bernardo g. Rosas, Secretario, Emilio Velazco, Ediles: Angel Vargas, Reyes Salomón y Ernesto Salomón.

En dos meses de actuación como presidente, construyó un puente en la calle Aquiles Serdán, poniéndole a los peatones una cuota de veinte centavos como cooperación para realizar la obra. Y el 27 de enero de 1917 perdió la vida el señor Rosas en un accidente ferroviario; él viajaba en el tren de pasajeros que corre de Tierra Blanca a Córdoba, y en Motzarongo el conductor de un tren explorador que se llamaba José Méndez (a) “El Kilómetro”, le dijo que si gustaba ir con ellos indicándole que llegarían más temprano; el señor Rosas no tuvo inconveniente y aceptó para su desgracia, el tren que salió de Tierra Blanca y en el Kilómetro G-42 ordenó el mayor Portas que pararan el tren porqué iban a cortar pastura para los caballos; y como si se hubieran bajado de un caballo, sin tomar precauciones estuvo parado el tren en la vía hasta que la máquina número 82 que remolcaba al tren de pasajeros y que era guiada por el maquinista Armando Alcázar, llegó a introducirse hasta medio caboose del tren explorador, de tan tremendo golpe las dos piernas del señor Rosas fueron trituradas recibiendo golpes también en los pulmones que pusieron en grave peligro su vida. No obstante las atenciones de primeros auxilios que le practicó el señor Raymundo Cuca, la hemorragia fue incontenible, y en Acatlán de Pérez Figueroa falleció.

El señor Rosas viajaba a Córdoba para hacer una gestión oficial con el Gobernador del Estado por la sobrada amistad que tenían, a fin de tratar lo relativo al terreno de la manzana donde está ahora el Correo, la Botica “La Cruz Roja”, los Billares que eran de don Emilio Hernández y el Estacionamiento “El Capricho”, que en aquella época eran los dueños Mr. Macumbert, don Félix Bisuet y José María Morales, ese terreno estaba destinado para construir en él las obras del Palacio Municipal y ese asunto iba a tratar el señor Rosas siendo presidente municipal con el señor Gobernador del Estado cuando perdió la vida.

Cuando el general Aguilar se enteró de lo ocurrido al señor Rosas, ordenó un tren especial para llevar el cuerpo del funcionario de Tierra Blanca a Córdoba, donde fue sepultado el día 29 del mismo mes de enero en el Panteón Municipal. La iniciativa del señor Rosas se proyectaba de gran beneficio colectivo ya que se había acordado meter el agua potable del Río Amapa, haciendo unos filtros en Cocolapa pero el destino se interpuso.

Como ya se dijo, Tierra Blanca en el aspecto político de poco tiempo acá que data de 1947 se ha constituido en el polvorín de la ambición, desde esa fecha hasta la presente el municipio atraviesa por situaciones difíciles debido a que, siendo eminentemente ferrocarrilero, la gerencia de los Ferrocarriles Nacionales de México decidió trasladar los talleres ferroviarios locales- sustento de centenares de trabajadores- a Matías Romero, Oaxaca. Sin embargo, el municipio de Tierra Blanca es el que cuenta con mayor número de cabezas de ganado vacuno en toda la entidad, ganado criollo en su mayor parte, de pobre rendimiento en carne y leche. De cualquier modo, esta circunstancia ha hecho que la Asociación Ganadera local, dotada de considerable poder político, haya podido aliviar,en parte, los principales problemas del pueblo en los últimos años. Así, actualmente, son tres los sectores con preponderancia en la localidad: ganaderos, ferrocarrileros y comerciantes, olvidándose del sector campesino que es el más fuerte pilar del Partido Revolucionario Institucional.

Tierra Blanca nació hace más de cincuenta años y la importancia de su historia está fincada en los intereses ferrocarrileros. Punto de enlace de las rutas ferroviarias que llevan al sureste del país, obvio era que la política local la dirigiesen, precisamente, los líderes sindicales ferrocarrileros. Así sucedió durante mucho tiempo, y aun se dio el caso de que surgiera un cacique--cuyo poder y riqueza nacieron en la Sección número 25 del S.T.F.R.M.—que de modesto empleado de oficina evolucionó a poderoso mandatario regional, previo paso, en dos ocasiones, por la presidencia municipal de Tierra Blanca se tradujo para él en una de las fortunas más respetables del rumbo, y en estancamiento y corrupción administrativa para el pueblo. Y a la fecha, la mano del cacique todavía quiere “dejarse sentir” en la política local.

**Abraham Maldonado, originario de Tierra Blanca el Viejo, fue presidente municipal Constitucional de Tierra Blanca durante el período de 1920-1921.

**Antonio Mora Pérez, originario de Chavinda, Michoacán, fue presidente municipal Constitucional de Tierra Blanca durante el período de 1922-1923, murió trágicamente
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Es preciso hacer notar que en las elecciones municipales de 1968 para renovar el Ayuntamiento, el hombre fuerte de la localidad intentó que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), lo postulara candidato –por tercera vez—a la presidencia municipal, pero le fallaron sus propósitos.

En esa ocasión, hubo un hombre aunque de estatura reducida pero grande de corazón y mucho valor civil que le vendió caras las peras, Juan Torres López fue el elegido, ferrocarrilero, descendiente de una respetable familia, quien entre otras ventajas, siempre disfrutando del apoyo que le brindaron personajes como Luis Gómez Z., --exsecretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Ferrocarrileros—y el licenciado Fluvio Vista Altamirano, en ese entonces Oficial Mayor del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, le puso el cascabel al gato pero se la hicieron tablas.

Cuando el Revolucionario Institucional hizo a un lado la precandidatura del cacique, y nada conforme con la postulación de Torres López, se lanzó a la contienda como “candidato independiente”. A partir de ese momento subió peligrosamente la presión de la caldera política, hasta estallar el día de las elecciones. Imperó el desorden y afloraron las ambiciones, la falta de madurez política y la insensatez de quienes vieron el río revuelto. Desaparecieron y fueron violadas muchas ánforas electorales, surgió la indisciplina y se produjeron las manifestaciones callejeras; la prensa, la radio y la televisión de México dedicaron amplios comentarios al “caso de Tierra Blanca”, hasta que, advirtiendo que esa pugna trajera consecuencias graves, el gobernador López Arias ordenó que se constituyera un Consejo Municipal para la población, organismo que quedó bajo la dirección del señor Benjamín Cerda Ramírez “un fuereño” originario de Lerdo de Tejada, Ver. ,--que desempeñó bien sus funciones—para quienes no supieron darse un gobierno por los cauces cívicos, se integró este organismo a pesar de todo con elementos controlados por el cacique.

En la campaña electoral del licenciado Luis Echeverría Alvarez, para Presidente de la República, Tierra Blanca estaba fuera del itinerario del candidato presidencial del PRI. Pero una comisión fue a Jalapa a suplicarle que visitara el pueblo. Accedió el licenciado Echeverría y, de Veracruz, se dirigió a la turbulenta caldera terrablanquense.

Ya en Tierra Blanca, enterado de la situación prevaleciente y de la inquietud que había ante las futuras elecciones municipales, el licenciado Echeverría dijo muy claramente, entre otras cosas, lo siguiente:

No es la desunión, con la indisciplina al PRI, con pleitos entre ferrocarrileros, o campesinos, o ganaderos, o habitantes de la ciudad, como ustedes van a encontrar los caminos para resolver sus problemas. Yo pediría a los que no están conformes con los lineamientos de disciplina y de armonía y de concordia de nuestro partido, que se vayan a Acción Nacional, o a cualquier otro partido, Es preferible, es más leal, es más prudente, en todo caso, renunciar a pertenecer al Partido Revolucionario Institucional y militar lealmente en un partido contrarevolucionario, que socavar las bases de nuestro instituto político”

Fue contundente el discurso improvisado del candidato presidencial del PRI, hubo calma pasajera; pero la efervescencia política subió de tono ante la proximidad de la convocatoria para la postulación de candidatos. Surgieron nombres como el doctor Gonzalo Vázquez Bravo, Nicolás González Sabino y Juan torres López, los dos primeros regidores del Consejo Municipal que presidió Benjamín Cerda Ramírez y el tercero ferrocarrilero, que había luchado en las elecciones anteriores por llegar a la presidencia municipal de Tierra Blanca.

Estos datos que registra la historia realmente resultan sobresalientes en el aspecto político.

Sin embargo en las nuevas generaciones está depositado el espíritu de renovación de un pueblo y el perfeccionamiento de su vida cívica. Los jóvenes deben canalizar sus ímpetus políticos a través de los partidos y formen su vanguardia. La juventud en le taller y en la fábrica, en el surco, en la escuela o en la oficina tiene derechos que ejercer pero también responsabilidades que cumplir. Que siempre la anime la fe en el progreso, que sea siempre intransigente e inconforme ante las desigualdades e injusticias, pero que nunca la desoriente la incitación de quienes, en realidad, mantienen ocultos propósitos de retroceso, la juventud no es sólo esperanza, sino realidad y presente.

No quiere decir esto que ya estén resueltos todos los problemas ancestrales ni que el desarrollo de la Cuenca haya dejado de crear otros distintos, pero sí que la ruta de una ciudad con sed de progreso está trazada por nuestra propia experiencia histórica y política, que el sistema en que vivimos tiene el consenso y el apoyo de nuestro pueblo y que por ese camino habremos de continuar, sin falsos optimismos ni desaliento. La Revolución está en nuestras manos y nos toca remodelar su perfil en una nueva etapa de la historia.

El desarrollo ha de entenderse como un fenómeno integral y equilibrado, cuyo método y cuyo propósito sean la evolución de la sociedad en su conjunto.

Una cifra relativa por elevada que sea, no puede darnos el reflejo fiel de una comunidad. De una parte, porque el crecimiento del aparato productivo bien puede ser fruto de la explotación y de los abusos; y de otra, porque la aplicación de promedios esconde y neutraliza las desigualdades. El verdadero desarrollo se mide por la armonía del crecimiento, por el nivel real de productividad y por el grado de bienestar general de un pueblo que disfruta de paz.

Nuestro pueblo ha rechazado siempre la imagen de un Tierra Blanca venturoso que sólo encubriera los intereses de grupos privilegiados.

Demanda justas prestaciones para la clase obrera, precios remunerativos para los productos del campo, participación proporcionada del Estado en la economía y beneficio legítimo para el espíritu empresarial; he ahí un esquema equilibrado de desarrollo al que no puede negar su concurso ninguna autoridad de convicciones patrióticas.

Esa es la tarea que nos aguarda y los objetivos de nuestro desarrollo económico son esencialmente humanistas: se encaminan a lograr el más rápido crecimiento de la comunidad a través de la mejoría de sus hombres, de sus familias, de sus localidades, de sus regiones que serán beneficiadas acelerando simultáneamente el proceso productivo y capitalizador y el de distribución del ingreso.

Nuestro mejor capital es el trabajo. Confiamos en él como en el instrumento superior del desarrollo. El esfuerzo intelectual y manual no es mercancía sino respetable fuerza creativa para la transformación social: - trabajo es patriotismo.

Dentro del trabajo no sólo consideramos la energía del hombre sino su organización y su rendimiento. Necesitamos elevar la producción pero también la productividad. Debemos trazar una política de recursos humanos acorde con las necesidades y los requerimientos de Tierra Blanca: cada habitante del municipio tendrá que asumir sus responsabilidades y mejorar sus capacidades. El progreso del pueblo sólo puede fincarse en el impulso de todos sus hijos.

Al hablar del papel de la inversión y de las obras públicas en la animación de todo proceso económico; así como cuando hablamos de alentar a los inversionistas privados con sentido social; cuando nos referimos al régimen fiscal como un sistema redistributivo del ingreso, no lo hacemos colocándonos ni en la teoría pura ni al margen de la realidad. Entendemos y se evalúan todos esos instrumentos para aplicarlos al progreso de la comunidad. Es de pensarse fundamentalmente en quienes viven de su propio trabajo, ya sea como pequeños productores, como prestadores de servicios o como asalariados, que ven en las clases pudientes a un hombre que sobresale como personaje indispensable, y que a él recurren para solicitarle orientación y que a veces tiene el mal gusto de hacer ostentación de su privilegio económico logrado a costillas del pueblo, un privilegio malhabido por desgracia del cual está disfrutando por su voracidad y audacia.

La miseria en el campo exige industrialización de los productos rurales para la captación de la mano de obra excedente, así como para la diversificación de las fuentes de vida de los campesinos.

Llevar a sus últimas consecuencias la explotación de los recursos naturales, para que sean los productores y no los intermediarios, quienes resulten más favorecidos. Propiciar un desarrollo regional armónico y favorecer la urbanización de los pequeños y medianos núcleos rurales, o de aquellas poblaciones que requieran de la industria para su transformación efectiva. Estimular todas las medidas encaminadas a conectar la economía agropecuaria con la economía industrial, como una urgente vía de tránsito para el desarrollo de nuestras pequeñas comunidades.

Es natural que así sea, debido a las diferentes constituciones físicas del hombre y la mujer del campo, y a las distintas peculiaridades de la parcela y el solar. Pero los solares urbanos ejidales no son para limitarse a construir únicamente las casas habitación. En ellos caben- y deben tener- árboles frutales, hortalizas, animales de producto, aljibes y otras instalaciones indispensables; todo lo cual les dará un carácter de bienes aprovechables para conseguir de ellos productos o utilidades que complementen los beneficios económicos de la parcela. El trabajo de la parcela es la preparación de las tierras, siembras, abonos, regadíos y cosechas, demanda rudos esfuerzos propios del vigor varonil, el trabajo del solar es más doméstico, menos fatigoso, más en relación con la natural delicadeza femenina. La mujer campesina y sus pequeños hijos pueden realizar fácilmente y con mayor dedicación las labores que son necesarias para cuidar de los árboles frutales, de las hortalizas, de los animales que es posible tener en el solar, cuya explotación racional y completa puede ser convenientemente organizada por la propia compañera del ejidatario. Los resultados que así se obtengan beneficiarán por igual a toda la familia campesina, este seguro patrimonio es el solar urbano ejidal. Esta es una pequeña orientación que contribuye proporcionando una idea que pueda ser útil para la gente de campo.

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