domingo, 10 de enero de 2010

Capítulo VI - Hospitalidad franca y bondad

Tierra Blanca no es un pueblo de nativos, es una ciudad cosmopolita porque desde su fundación un grupo de personas de diferentes rumbos y religiones fundaron esa ranchería que pusieron por nombre “PASO BLANCO”, y que después siguieron arrimándose otras muchas personas como hasta la fecha lo siguen haciendo, unos se van y otros llegan porque la hoy ciudad de Tierra Blanca siempre ha sabido dar franca hospitalidad al viandante, y cuando se trata de dar protección para aliviar el dolor ajeno, con la bondad caracterizada ha sabido distinguirse por esta gran virtud.

Queda demostrado tan sólo con recordar la hecatombe de 1944 cuando las lluvias ciclónicas hicieron desbordar los ríos de la Cuenca del Papaloapan, los pueblos ribereños fueron arrasados por las aguas y los habitantes de esos lugares en desgracia sufrieron momentos muy angustiosos, y cuando pensaban que nadie los ayudaría, principalmente Tuxtepec, Oax., Tierra Blanca, Ver. , y sus hombres hicieron su aparición en ese momento crucial para dar el auxilio necesario arrancando de las turbulentas y embravecidas aguas del Papaloapan, a las víctimas que, entre hombres, mujeres y niños presentaban el marco más dramático que pueda recordarse de aquella época, aparte de los animales que flotaban unos vivos y otros muertos, muchas casas hundidas y arrasadas por las aguas, líneas cablegráficas y puentes destruidos, eran un verdadero desastre.

Las caravanas seguían arrastrando el dolor y la miseria, gente que había pasado toda la inundación en las terrazas de los edificios, sin protección alguna, cayéndoles el agua todo el tiempo encima y ensordeciéndose con ese imponente ruido que producían las aguas al precipitarse y martirizándose con los gritos que se oían allá en la lejanía, de otras gentes angustiosamente pedían ¡AUXILIO!..¡AUXILIO!...lastimeros gritos que partían el alma y helaban la sangre, pero ellos como todos estaban incapacitados para prestarlo... gentes que encaramadas en ventanas, en árboles esperaban solamente el fatídico desplome de un momento a otro para quedar sepultados en las aguas lodosas y pestilentes del embravecido Papaloapan... comentarios por doquier se escuchaban, una mujer trepada en un naranjo pasó toda la inundación con un niño de pecho en los brazos y cuando estos ya no pudieron sostenerlo más, rasgó sus ropas y lo ató al propio árbol para salvarlo de una muerte segura... también se fijo que una familia iba en una balsa buscando refugio en un chalán y antes de llegar a la embarcación salvadora, la balsa recibió un golpe de agua y se desbarató, el padre en ese momento desesperado y con el agua casi cubriéndole, asió a sus hijos uno en cada mano, pero le faltaba uno que se hundía y no pudiendo hacer más, lo tomó con la boca y con mucho trabajo y un heroico sacrificio se lo arrebató a la muerte.

Por otros barrios se veían salir de la tierra manos crispadas que no lograron encontrar una tabla salvadora y entregaron cuentas al Supremo Creador en forma desesperada... era imposible alcanzar a prestar todo el auxilio necesario, pues el momento era dramático, se escuchaban los gritos...”me ahogo”... “sálvenme”... “me ahogo” y así mucha gente se hundían para no salir más.

Los soldados del ejército prestaron eficaz ayuda y se logró evitar amotinamientos y abusos hasta donde las circunstancias lo permitieron.

El comercio de abarrotes, en su inmensa mayoría, abrió sus puertas y empezó a regalar lo que tenía, los de ropa y calzado hicieron lo mismo y muy pocos, se significaron en sentido contrario. Los que habían sido refugios seguros fueron cedidos a las gentes que habían pasado a la intemperie toda la inundación. Pasado el primer momento de desaliento, no se hizo esperar la reacción y todo el que estaba en condiciones físicas ace
ptables, empezó a descongestionar de lodo su casa y a procurarse los elementos indispensables para subsistir, tales como plátanos, naranjas, cocos, y lo poco que en buen estado había en las tiendas; galletas, leches, harinas, frijoles y conservas.

El doctor Ernesto García Ferro y sus huestes llevaron alimentos, medicinas y muchos hombres que con sus palas descongestionaron de lodo varios edificios públicos y algunas casas particulares. Tuxtepec entero supo agradecer y no olvidará jamás este acto humano ejecutado por verdaderos patriotas.

Fui testigo de estos momentos angustiosos por haberlos sentido en carne propia, en esa época, me encontraba recluido en el Hospital Civil “Jesús García” en cuyo centro de salud se me estaba preparando para una intervención quirúrgica, y cuando fui informado de los trágicos acontecimientos, no me quedó otro recurso que abandonar el hospital para ir en auxilio de nuestros hermanos de raza, fue entonces cuando un puñado de hombres con el hoy extinto doctor Ernesto García Ferro a la cabeza, siendo presidente municipal de Tierra Blanca en esa época nos pusimos en marcha en un convoy de los Ferrocarriles Nacionales hacia el bravo Papaloapan, para darles protección a las víctimas de las inundaciones del 44 en la región de Sotavento.

Este gesto de bondad que más bien debe considerarse como un deber de todo ciudadano consciente, fue homenajeado por el pueblo de Tuxtepec cuatro meses más tarde bajo el patrocinio del periódico quincenal “ACCION” que se edita en aquella ciudad hermana, haciéndose la aclaración que sí, se han agregado estos datos es porque tienen mucha relación con la historia de Tierra Blanca, y como prueba evidente, se muestra el título que el patrocinador del homenaje a nuestro querido pueblo, publicó en primera plana y que dice: “BIENVENIDO EL PUEBLO DE TIERRA BLANCA, VER. !! Y que la Hospitalidad Enarbolada con toda sinceridad por el Pueblo Tuxtepecano, simbolice con la Esplendorosidad Etica la Inmensa Gratitud. No podría dejar de pasar por desapercibidas estas palabras escritas que se difundieron en un vocero informativo de la región sotaventina y que aún existe.

A continuación se da a conocer el relato descriptivo y que fue expresado por un pueblo que guarda el recuerdo en el seno de su corazón, así como el eterno agradecimiento dado a conocer públicamente para el pueblo y los habitantes de Tierra Blanca y que es como sigue:

“Los días han transcurridos y de aquel período del 22 al 24 de septiembre de 1944 solo nos queda a modo de terrible pesadilla el recuerdo de la distribución de nuestros hogares y de las industrias que minaban la importancia de la región al compás del tesorero golpe de las actividades.

“Desde aquella fecha en que los elementos naturales, alcanzando proporciones pavorosas hicieron estragos en nuestra moralidad, pero que al margen de todo ello y como figura protectora el cercano pueblo de Tierra Blanca afianzó con el socorro que tanto necesitábamos, nos hemos sentido deudores de la interpretación tan elocuente, que del acento humanitario y ético elaboró el mencionado pueblo, y portadores de una garantía recíproca al alcance de nuestras raquíticas posibilidades, hemos verificado a través de la prensa las manifestaciones del veraz entendimiento del humilde agradecimiento.

“Sin cualidades de distinción, de ningún extraño linaje nos volcaron, armonizados por la máxima autoridad del lugar empuñado con firmeza y conocimiento por funcionario público tan consciente del deber humano enclaustrado en la justicia, representada por el señor Dr. Don Ernesto García Ferro, todo socorro moral tan necesitado en la hora crucial, en la hora negra. Así sólo se puede disfrutar de envidiable satisfacción; de este modo invariablemente las tendencias solventes al bienestar general de un Pueblo alcanzan características de grandiosidad y Esplendorosidad patrióticas.

Patrióticas decimos porque ellos han verificado la liquidación congruente a los sanos principios del buen mexicanismo, al acudir presurosa con espontaneidad, al alivio del dolor humano en que el pueblo Tuxtepecano sentíase presa en momento tan angustioso del lapso vivificante consecutivo de la terrible catástrofe.

En aquella ocasión, del pueblo de Tierra Blanca sólo recibíamos con gran acogimiento, todas las luminosas manifestaciones reflejadas en provisiones para ayudar a nuestro ya damnificado espíritu, en la urgentísima rehabilitación de todas las actividades, viendo en ellas el producto de nuestras ardientes preces a la par que un soplo alentador en el epílogo de la terrible sentencia dictada hoscamente por la Madre Naturaleza.

Mientras que en la lejana y vetusta Europa ocurre a cada instante el brutal desenfreno de las locas pasiones perseguidoras de la destrucción humana, aquí, en este pequeñísimo lugar del Universo, en este solar de la Tierra Oaxaqueña, se realiza acto tan valioso y lleno de simbolismos para las atribuciones humanitarias.

Recibimos hoy, (14 de enero de 1945) congratulándonos de henchido acento de lealtad irresistible a Tierra Blanca, aún viviendo sobre los escombros que transmiten el acto mayor fuerza moral, en medio de la hecatombe, en el teatro que fue de la desesperación, la miseria, el llanto y el dolor, los pueblos de Tierra Blanca y Tuxtepec lejanos en situación geográfica pero tendientes siempre a un mismo ideal, enlazan herméticamente, ayudados por la mexicanísima confraternidad, las relaciones de pueblos libres, amantes siempre del proceso y de la Civilización.

Señor presidente Municipal, Dr. Don Ernesto García Ferro y respetables organizaciones: Logia “Higia N° 54”, Sección 25 del Sindicato de Trabajadores de los Ferrocarriles Nacionales, Cámara (hoja 75) Comercio, Fraternidad de Trenistas, Unión de Locatarios, Comisariado Ejidal y Superintendencia de los Ferrocarriles, son ustedes declarados, por conducto de nuestro Organo Periodísticos “ACCIÓN” Huéspedes de Honor del pueblo Tuxtepecano.

Los tuxtepecanos somos de un espíritu indeleble y sincero. Encontramos inmenso consuelo en las dádivas otorgadas por Tierra Blanca y nos sentimos deudores de esplendoroso altruismo. A ustedes sólo podemos ofrecer estas expresiones: ¡HONOR! ¡LEALTAD! ¡GRATITUD!”


Un año más tarde, en le periódico “LA VOZ DEL PUEBLO” que se editaba en la ciudad Tierra Blanca, se publicó con fecha 25 de noviembre de 1946 un testimonio de gratitud signado por el presidente municipal de Tuxtepec y que a la letra dice:

“Sr. Dr. Ernesto García Ferro, Presidente Municipal de Tierra Blanca, Ver. , -Llegó hasta nosotros la fecha en que usted cumple hoy un año más de vida. Aún viven frescas aquellas horas de angustia y tragedia de septiembre de 1944 y más frescas todavía en nuestras almas, el recuerdo de su gran corazón.

No olvidaremos que usted fue EL PRIMER que llegó a nuestro pueblo, convertido en el benefactor más grande en ese instante de dolor y con la nobleza de su alma y con la puntualidad del Ciudadano consciente, de funcionario de honor trajo a Tuxtepec, como llevó a otros muchos Pueblos de Sotavento, su oportuna ayuda consistente en PAN, ROPA y MEDICINAS.

“Esa inolvidable actitud de usted hizo germinar en nuestro pueblo una gratitud eterna también para ese jirón de tierra veracruzana que se llama Tierra Blanca.

En esta fecha en que usted cumple años, damos gracias al creador, porque hombres como usted son los que necesita la Patria y la humanidad.

“Tuxtepec entero le envía su más cálida felicitación y le desea mucho éxito para el futuro de su vida.”
-Tuxtepec, Oax., 25 de noviembre de 1946. El presidente Municipal.- RAUL AZAMAR FRIMONT.



**Paulino Hazz, originario de Ixtepec, Oaxaca, fue presidente municipal Constitucional de Tierra Blanca durante el período de 1936-1937

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